AUTOR ANÓNIMO
El Poema se divide en tres partes o cantares : cantar del Destierro, Cantar de las bodas yCantar de la afrenta de Corpes :
Cantar I. Cantar del Destierro :
CANTAR I
De los sos ojos tan fuerte mientre lorando
tornava la cabeça y estava los catando.
Vio puertas abiertas e uços sin cañados,
alcandaras vazias sin pielles e sin mantos
e sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiro mio Çid ca mucho avie grandes cuidados.
Ffablo mio Çid bien e tan mesurado:
"¡Grado a ti, señor, padre que estas en alto!
¡Esto me an buelto mios enemigos malos!"
Alli pienssan de aguijar, alli sueltan las riendas.
ROMANCE XX ES EL DE LA JURA DE SANTA GADEA
En Santa Gadea de Burgos do juran los hijosdalgo, allí toma juramento el Cid al rey castellano, sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo. Las juras eran tan recias que al buen rey ponen espanto. —Villanos te maten, rey, villanos, que no hidalgos; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; traigan capas aguaderas, no capuces ni tabardos; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; cabalguen en sendas burras, que no en mulas ni en caballos, las riendas traigan de cuerda, no de cueros fogueados; mátente por las aradas, no en camino ni en poblado; con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados; sáquente el corazón vivo, por el derecho costado, si no dices la verdad de lo que te es preguntado: si tú fuiste o consentiste en la muerte de tu hermano. Las juras eran tan fuertes que el rey no las ha otorgado. Allí habló un caballero de los suyos más privado: —Haced la jura, buen rey, no tengáis de eso cuidado, que nunca fue rey traidor, ni Papa descomulgado. Jura entonces el buen rey que en tal nunca se ha hallado. Después habla contra el Cid malamente y enojado: —Mucho me aprietas, Rodrigo, Cid, muy mal me has conjurado, mas si hoy me tomas la jura, después besarás mi mano. —Aqueso será, buen rey, como fuer galardonado, porque allá en cualquier tierra dan sueldo a los hijosdalgo. —¡Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado, y no me entres más en ellas, desde este día en un año! —Que me place —dijo el Cid—. que me place de buen grado, por ser la primera cosa que mandas en tu reinado. Tú me destierras por uno yo me destierro por cuatro. Ya se partía el buen Cid sin al rey besar la mano; ya se parte de sus tierras, de Vivar y sus palacios: las puertas deja cerradas, los alamudes echados, las cadenas deja llenas de podencos y de galgos; sólo lleva sus halcones, los pollos y los mudados. Con el iban los trescientos caballeros hijosdalgo; los unos iban a mula y los otros a caballo; todos llevan lanza en puño, con el hierro acicalado, y llevan sendas adargas con borlas de colorado. Por una ribera arriba al Cid van acompañando; acompañándolo iban mientras él iba cazando. |
Poema ''Castilla'' en Alma de Manuel Machado
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo...
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas, el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay un niña
muy débil y muy blanca,
en el umbral. Es toda
ojos azules; y en los ojos, lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El Cielo os colme de venturas...
En nuestro mal ¡oh Cid! No ganáis nada.”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.
Cantar II. Cantar de las Bodas :
Pavura de los condes de Carrión
Medio día era por filo, que rapar podía la barba, cuando, después de mascar, el Cid sosiega la panza. La gorra sobre los ojos Gúardale el sueño Bermudo cuando una voces, salidas se oyeron en el palacio, Apenas Diego y Fernando El mal olor de los dos A venir acatarrado El menor, Fernán González, Diego, más determinado, Bermudo, que vio el león, en la defensa se puso. tal grito la dio al león Envióle a su leonera Allí respondió Bermudo, Y remeciendo el escaño, Las narices del buen Cid Salió cubierto de tierra «Agachado estabais, conde, Connusco habedes yantando, Sacárades a Tizona, Gil Díaz, el escudero, trayendo detrás de sí «Vedes aquí, señor mío, de dónde yo le he sacado, Más cedo podréis tomar Si no merece de yerno Sañudo le mira el Cid, ¿Pavor de un león hobistes, Por san Millán que me corro, El que de infanzón se precia, Mas vos en esta presura, Ya que Colada no os fizo «Calledes, el Cid, callades» Si non fice valentía, Más ánimo es menester ánimo sobrado tuve». «Id, infante, a doña Sol, Y non habléis ende más; |
Autor : Rodrigo Díaz
MÉTRICA: